Durante décadas, las imágenes a todo color de los planetas gigantes de hielo, Neptuno y Urano, nos han maravillado con sus tonalidades intensas. Sin embargo, un estudio reciente ha desafiado nuestra comprensión de estos mundos distantes, revelando que las imágenes icónicas capturadas por la sonda espacial Voyager 2 en 1986 y 1989 no reflejaban con precisión los verdaderos colores de estos planetas.

A lo largo de los años, nos hemos familiarizado con la visión de Urano en un tono azul claro y Neptuno en un azul profundo y brillante. No obstante, este nuevo estudio, publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, presenta datos recalibrados que desafían estas percepciones arraigadas.

La razón detrás de este descubrimiento radica en el método de captura de imágenes de la sonda Voyager 2. Cada planeta fue fotografiado en bandas de color separadas, y las imágenes de Neptuno fueron procesadas de tal manera que exageraron su contraste y profundizaron su color, dándole un tono más azul de lo que realmente es.

El coautor del estudio, Patrick Irwin, de la Universidad de Oxford, explica: «Aunque los científicos planetarios conocían el color saturado artificialmente en ese momento, y las imágenes se publicaron con leyendas que lo explicaban, esa distinción se había perdido con el tiempo».

Para arrojar luz sobre el verdadero color de estos planetas, los científicos recurrieron a datos del Espectrógrafo de Imágenes del Telescopio Espacial (STIS) a bordo del Telescopio Espacial Hubble de la NASA/ESA y del Explorador Espectroscópico de Unidades Múltiples (MUSE) en el Very Large Telescope de ESO.

Estos datos permitieron a los investigadores reequilibrar las imágenes históricas capturadas por la Voyager 2, revelando que Neptuno tiene un tono verde azulado pálido, conocido como «cian», más similar al color de Urano de lo que se pensaba anteriormente.

«La percepción errónea del color de Neptuno, así como los inusuales cambios de color de Urano, nos han atormentado durante décadas. Este estudio exhaustivo debería finalmente poner fin a ambas cuestiones», afirma Heidi Hammel, investigadora de la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía (AURA).

Además, los científicos descubrieron que Urano experimenta cambios de color durante sus peculiares estaciones, pasando de tonalidades más verdes a azules. Este fenómeno se atribuye a las diferencias en la reflectividad entre las regiones polares y ecuatoriales, así como a una neblina helada que se espesa durante el verano del polo iluminado por el sol.

En resumen, estas nuevas revelaciones no solo desafían las percepciones arraigadas sobre los colores de Neptuno y Urano, sino que también subrayan la importancia de la precisión en la interpretación de datos astronómicos para comprender verdaderamente los misterios del sistema solar.

Atte. Patricio Figueroa M – Profesor de Matemáticas